domingo, 20 de noviembre de 2011

Zona Moisés




Hablo con Moisés toda la noche. Estamos en mil911, una casa antigua transformada en bar. Paredes de ladrillos marrones, mesas y sillas de madera, una luz amarilla que no encandila y grandes ventanales que muestran a La Plata tranquila y fría. Afuera hay gente fumando, hablando y riendo. Nosotros esperamos el comienzo de una obra de teatro y matamos el tiempo con fernet y conversaciones.

Moisés es artesano del acero y todos saben que es uno de los últimos artistas sobrevivientes de las décadas pasadas. No deja de reír y los dientes se le ven desparejos y gastados. Moisés, en ocasiones, parece un buda sureño: los ojos achinados, una sonrisa permanente, poco cabello blanco en la cabeza.

Le pregunto por su vida. La respuesta es un trayecto sinuoso que lo llevó a El Bolsón, Entre Ríos, idas y vueltas a La Plata. En el medio, la esperanza de un mundo nuevo, la vida en comunidad, experiencias con drogas, bienvenidas y recaídas, el teatro, el trabajo y, al final, la vida misma.

El Club del Bucle, así se llamaba el bar que abrió Moisés. Fue después de la guerra de Malvinas, cuando los militares distendieron un poco la situación después de la estrepitosa derrota contra los ingleses. Moisés me cuenta que era el único lugar que había en La Plata. Por ahí pasaron Los Redondos cuando todavía no eran Los Redondos. También se presentaban obras de teatros, desaliñados por doquier, frenéticos y lunáticos, y hombres y mujeres que buscaban aire puro. Pero era difícil mantener la cordura y el lugar. Hasta que un día la dueña de la casa donde funcionaba el Club trabó las puertas y ventanas con tablas de madera. Si el Club del Bucle era semiclandestino, ahora había avanzado en su condición, porque Moisés sacaba de forma religiosa por las noches las tablas para abrir las puertas a nuevas fiestas.

La obra de teatro está por arrancar. Las hijas de Moisés lo abrazan. Todos lo saludan. Una chica de ojos oscuros y profundos me dice que daría lo que sea para que Moisés fuera su abuelo. Un amigo me confiesa: “El viejo es grande”. El viejo es Moisés.

(Caracas, 16 de noviembre de 2011)