jueves, 24 de julio de 2014

La historia de Hamás: Islam y resistencia frente a Israel


El pueblo palestino se encontraba masivamente en las calles. El año 1987 proseguía con la misma tónica, en la cual Israel avanzaba a sangre y fuego sobre sus territorios y los intentos de acuerdos de paz caían, una y otra vez, por la borda.

Pero ante una historia que parecía no tener salida, la denominada Intifada palestina mostró al mundo la opresión de un pueblo que había sido despojado de todos sus derechos, hasta el punto de no tener ni siquiera un mínimo Estado. Y en ese 1987 nacería una organización que marcaría a la resistencia palestina. El Movimiento de Resistencia Islámica Hamás acumulaba poder desde mezquitas y las palabras desprendidas del Corán.

Cuando las Fuerzas Armadas israelíes ahora atacan la Franja de Gaza, Hamás se ha transformado, nuevamente, en el grupo que encabeza la resistencia. Hasta el momento, el Ejército hebreo ha asesinado a más de 600 palestinos y palestinas, entre los que se encuentran 120 niños. En Gaza, los destrozos y calamidades se acumulan: la mitad de la población (unas 900 mil personas) se encuentra sin agua potable, 14 instalaciones médicas fueron dañadas, 500 viviendas destruidas y la ONU asegura que 100 mil palestinos se sumaron a las filas de desplazados.


Nace el Despertar

La aparición de Hamás (Despertar) estuvo rodeada de sombras y conjeturas. Es una organización vinculada a los Hermanos Musulmanes (HM), agrupación religiosa creada en 1929 y que se basa su política en la asistencia social. Los HM fueron prohibidos en varios países, como Egipto e Irán, ya que se los apuntó como una fachada de Estados Unidos y la CIA para detener a los movimientos nacionalistas árabes, siendo el principal el encabezado por Gamal Abdel Nasser en Egipto en la década del ´70, o la creciente influencia de la Revolución Islámica iraní a partir de 1979.

Con la denominada “Primavera Árabe”, los HM volvieron a la luz pública: en Túnez y Egipto llegaron al poder. En el caso egipcio, Mohamed Mursi fue electo presidente pero pudo gobernar apenas un año, ya que un golpe de Estado encabezado por militares lo derrocó. En ese año de gobierno, las medidas tomadas por Mursi generaron polémicas y masivas protestas en su contra por parte de diferentes sectores. Tanto un acuerdo millonario con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como la reforma de la Constitución egipcia que, según sus opositores, tendía a islamizar las leyes se convirtieron en algunos detonantes para su caída.

La trayectoria política de los HM ha sido cuestionada en varias oportunidades, desde su intento de aplicar un islam político que sea funcional a los intereses de Estados Unidos y sus aliados, así como su posición ante los actuales conflictos en Medio Oriente. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en Siria. Desde que hace más de tres años, ese país es blanco de una sostenida guerra de agresión, encabezada por grupos vinculados a Al Qaeda y por mercenarios de diferentes nacionalidades financiados desde el exterior, Hamás ha mantenido un profundo silencio, algo extraño ya que Siria es una de las naciones árabes que defiende la causa palestina y ha condenado históricamente el accionar represivo de Israel.

Algunos autores indican que Hamás fue impulsado por el propio Israel y Estados Unidos, con el objetivo de detener al nacionalismo palestino, encabezado por Yaser Arafat y su histórico partido, Al Fatah. Pero a su vez, el nacimiento de Hamás se puede buscar en el cambio político que aplicó Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ante la ocupación israelí.

La resistencia armada que había llevado a la OLP a ser reconocida tanto por palestinos como a nivel internacional, había dado paso a las cada vez mayores gestiones diplomática con Tel Aviv para, según la dirección palestina, encontrar un acuerdo de paz y volver a las fronteras del año 1967, dictaminadas por la ONU y que Israel nunca respetó. La influencia de la Revolución Islámica iraní y los crecientes casos de corrupción entre los dirigentes de Al Fatah -cada vez más desacreditados frente a los palestinos-, también se convirtieron en razones para el nacimiento de del movimiento islámico.

Hamás basó su trabajo político en la creación de escuelas y hospitales, en la atención sanitaria en los campos de refugiados, y en la difusión del estudio del islam. A esto se debe sumar que la agrupación tuvo la capacidad para mantener el poder en la Franja de Gaza, a pesar del férreo bloqueo económico impuesto por Israel a esa región de 360 kilómetros cuadrados y en la que viven más de un millón y medio de palestinos. De esta forma, se posicionó como un grupo armado que desde el propio suelo palestino rechazaba la ocupación de Israel y que no se quedaba en las palabras. Por la poca información que circula sobre el tema, Hamás tendría en su programa económico una definición por el capitalismo con una fuerte intervención estatal, que no difiere de lo aplicado en Irán o en países árabes como Siria o Líbano.

Aunque sea probable que un principio haya sido impulsado por quienes hoy lo enfrentan, Hamás demostró una gran capacidad de combate contra el Ejército israelí. Por estos días, cuando la Operación Margen Protector arrasa Gaza, Hamás asombró por el crecimiento de su capacidad militar. Desde que comenzaron los operativos terrestres israelíes, los milicianos islámicos han abatido entre 20 y 40 soldados hebreos, según las fuentes que se citen. Además, lograron cruzar la línea de combate y se infiltraron en las filas militares israelíes. Como si fuera poco, el 14 de julio pasado se conoció la noticia de que Hamás cuenta con drones (aviones no tripulados) que sobrevolaron el sur de Israel, según lo anunciaron las Brigadas Azedin Al Qassam, el brazo armado del movimiento islamista.


Elecciones y posturas

Desde su creación en 1987, Hamás había rechazado participar en las elecciones que definen quien dirige a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), entidad que controla los temas palestinos, ya que no existe un Estado palestino como tal.

En el 2006, el movimiento decidió presentarse en los comicios legislativos, y para sorpresa de muchos, triunfó. De esta manera, la presidencia de la ANP quedaba en manos de Mahmud Abbas, máximo dirigente de Al Fatah, y como primer ministro fue designado Ismail Haniyeh por parte de Hamás. Conocidos los resultados electorales, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) e Israel desconocieron los comicios. Desde hacía tiempo, y pese a su profundo trabajo político y social, Hamás era catalogado por el amplio y difuso término de “terrorista”. En su libro El conflicto palestino-israelí. 100 preguntas y respuestas, el periodista Pedro Brieger recordó que las elecciones palestinas de 2006 “fueron calificadas como las más democráticas en el mundo árabe, una región muy acostumbrada a procesos electorales digitados por el poder de turno”.

Con la anuencia de Al Fatah, y luego de una campaña internacional en su contra y enfrentamientos armados entre ambas agrupaciones palestinas, Hamás se trasladó a la Franja de Gaza, donde estableció su gobierno, todavía a cargo de Haniyeh. Con el tiempo, el movimiento islámico supo tejer alianzas importantes, basadas en su política de rechazo a la ocupación. En estas horas de invasión, Hezbollá en Líbano y el gobierno iraní respaldan a Hamás, tanto en lo discursivo como en la entrega de armas. Este hecho también muestra lo cambiante del tablero político en Medio Oriente, teniendo en cuenta que a Hezbollá y Teherán respaldan al gobierno del presidente sirio Bashar Al Assad, al cual los Hermanos Musulmanes rechazan y colaboran para su caída.

Una de las más fuertes polémicas generadas por Hamás es su radicalidad ideológica. En un principio, el llamado a la destrucción del Estado Israel llevó a que la agrupación fuera catalogada como terrorista y repudiada por grandes sectores. Declaraciones como “el asesinato de civiles debe ser respondido con la muerte de civiles”, manifestada por Mamad Az Zahhar, líder del movimiento, fueron virando hacia posiciones más pragmáticas y de cierto reconocimiento a una negociación para acordar la retirada de las tropas israelís y retomar las fronteras delimitadas en 1967.

En 2001, Ahmed Yassin, dirigente máximo de Hamás asesinado por Israel en 2004, declaró que “no luchamos contra pueblos de otras religiones o los judíos por el hecho de ser judíos. Luchamos contra los que ocupamos nuestras tierras, tomaron nuestras propiedades, convirtieron en refugiados a nuestras familias y masacraron a nuestros niños y mujeres”. En la actualidad, Hamás buscan el establecimiento de un Estado palestino libre e independiente, y una muestra de su evolución política es la alianza lograda con Al Fatah que permitió un gobierno de unidad meses atrás.


Este acuerdo, que se obtuvo luego de zanjar profundas diferencias, es una de las razones principales de la actual invasión militar israelí contra Gaza.

(Publicado el 23 de julio de 2014 en www.marcha.org.ar)

martes, 8 de julio de 2014

Buscando excusas para arrasar Palestina


Esta vez fueron las muertes de tres adolescentes. Aunque todavía no se conoce con claridad la responsabilidad en el asesinato de los jóvenes israelíes, el gobierno de Tel Aviv nuevamente tomó una decisión conocida: el recrudecimiento de los ataques militares a Palestina, principalmente contra la población de la Franja de Gaza, sumado al arresto masivo de persona.

El pasado lunes 6 de julio, el Ejército israelí encontró los cadáveres de los estudiantes Naftali Frenkel (16), Gilad Shaer (16) y Eyal Yifraj (19), secuestrados y asesinados el 12 de junio. Automáticamente, el primer ministro de Tel Aviv, Benjamin Netanyahu, declaró que el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás “es el responsable y Hamás pagará el asesinato de los niños”.

Hamás, que recientemente acordó una administración de unidad con la organización Al Fatah que dirige la Autoridad Palestina (ANP), gobierna desde el 2006 la Franja de Gaza, territorio de apenas 360 kilómetros cuadrado en el cual habitan más de un millón y medio de palestinos. En esa porción de tierra, los pobladores son asediados de manera sistemática por las tropas israelíes y víctimas de operativos de gran escala, como fue “Plomo Fundido” en 2008-2009, que dejó como saldo más de 1.300 palestinos muertos.

Luego de anunciarse la aparición de los cadáveres en un descampado entre la localidad de Jaljul y la ciudad de Hebrón en Cisjordania, Hamás negó su responsabilidad en el hecho. A su vez, el gobierno israelí acusó como sospechosos a Marwan al Qawasme y Amer Abu Eisha, dos ex presos palestinos. Al conocerse esta noticia, sus familiares expresaron que Israel inventó la versión y así tener una excusa para justificar un nuevo ataque contra Palestina.

Hasta ahora, las autoridades hebreas no han podido ubicar a los supuestos sospechosos y tampoco presentaron pruebas concretas sobre sus responsabilidades en los asesinatos.

¿Quién pone los muertos?

La desaparición de los jóvenes desató los ataques israelíes contra territorio palestino. La agencia Prensa Latina afirmó que en la represión israelí contra la población civil en Cisjordania y Jerusalén dejó nueve personas muertas y decena de heridos, mientras que en la Franja de Gaza fueron asesinadas otras 14 personas, “nueve de ellos durante un bombardeo al amanecer”.

A su vez, las fuerzas de seguridad de Tel Aviv realizaron feroces arrestos. El jueves pasado, la cancillería palestina indicó que desde el 12 de junio pasado 640 palestinos fueron encarcelados, de los cuales once son diputados y 241 menores de edad. Por su parte, Hamás aseguró que el número de detenidos se eleva a ochocientos.

La difusión de los arrestos cometidos por las fuerzas israelíes se conoce al mismo tiempo que un informe efectuado por el Euro-Mid Observer for Human Rights, que reveló que desde 2010 Israel ha detenido a casi tres mil niños y niñas palestinas, entre los 12 y 15 años, que fueron sometidos a torturas físicas y un 25% de ellos juzgados en tribunales militares. De esta manera, Israel viola la Convención de los Derechos del Niño, ratificada por Tel Aviv en 1991.

EIBM o la excusa del imperialismo

La semana pasada, cuando el gobierno israelí ya había encontrado la excusa para arremeter contra la Franja de Gaza, las agencias de noticias internacionales informaron que un grupo denominado Seguidores del Estado Islámico en Bayt Al Maqdis (EIBM) asumió la autoría del hecho. Esta organización, de la que no se tienen antecedentes, se pronunció aliada del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), grupo terrorista que opera en suelo sirio e iraquí, y poco tiene que ver con las principales organizaciones políticas palestinas, Al Fatah y Hamás. Sobre estos dos grupos, el EIBM manifestó que son “organizaciones humilladas” que han “vendido la religión en beneficio de la política”. EL EIIL es responsable del asesinato se cientos de personas en Siria y profesan una rama del islam ortodoxo, además de ser apuntado como un grupo financiado por Estados Unidos, las monarquías del Golfo Pérsico y Turquía, con el objetivo de generar desestabilización y buscar una mayor injerencia de la Casa Blanca en la región.

La venganza

Luego del asesinato de los jóvenes judíos, Mohamed Abu Khdeir, palestino de 16 años, fue secuestrado, torturado, quemado vivo y asesinado la semana pasada. El diario israelí Haaretz señaló que seis personas fueron detenidas por el hecho, de los cuales tres confesaron estar implicados en el crimen. Todos los arrestados son extremistas judíos.

Aunque Netanyahu se comunicó con los familiares de la víctima y les expresó que “impacto” que le produjo el “crimen atroz”, es conocido que el Estado de Israel impulsa la anexión de tierras palestinas a través de colonos judíos, en su mayoría extremistas. Esta metodología, denunciada y rechazada en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), permite que los colonos ingresen en las casas de los pobladores palestinos y los expulsen con violencia. Pese a los pedidos de la ONU para que Israel detenga este mecanismo, Tel Aviv continúa impulsando la construcción de viviendas en tierras palestinas.

En declaraciones a la prensa, la madre de Mohamed Abu Khdeir fue contundente con sus palabras: “No tengo paz en mi corazón. Aunque han apresado a quienes dicen que han matado a mi hijo, sólo van a responder unas preguntas y luego los pondrán en libertad. ¿Para qué? Que los traten igual que nos tratan a nosotros. Que derriben sus hogares y los detengan igual que hacen con nuestros hijos”.

Fricción en Tel Aviv

Si bien Netanyahu ordenó los ataques contra Palestina, en el gobierno de Tel Aviv se observan diferencias que llevaron al actual canciller y miembro del partido Israel Beiteinu, Avigdor Lieberman, anunció que su organización ha roto la alianza con Likud, el partido gobernante. Igualmente, Lieberman seguirá en su puesto ministerial, aunque declaró a la agencia AFP que “no es ningún secreto que hay desacuerdos fundamentales que ya no permitan el trabajo conjunto. Nos separaremos y haremos una facción separada”.

Por supuesto, la diferencia entre ambas organizaciones no tiene que ver con la cacería desatada contra los palestinos, sino con la negativa de Netanyahu de efectuar una operación militar de gran escala contra la Franja de Gaza. Para Lieberman, se debería lanzar una incursión por tierra y aire, similar a la “Operación Escudo Defensivo” cuando en 2002 Israel atacó militarmente Cisjordania.

La misma historia

En 1974, el periodista Rodolfo Walsh escribió una serie de crónicas sobre Palestina, publicadas en el diario La Opinión. Luego de viajar a Líbano y a los territorios palestinos ocupados, Walsh remarcaba que Israel sostiene “un perpetuo estado de ‘represalia’” contra los palestinos y mantiene una “propaganda que empieza a volverse torpe describe cada acción de sus fuerzas como respuesta a un acto de terrorismo”. Y agregaba: “el palestino despojado de su patria se ha convertido en agresor, la víctima en verdugo”.
Esta situación relatada por Walsh no ha cambiado; todavía más, se ha profundizado e Israel siempre tiene una excusa bajo su manga para continuar con su permanente invasión en suelo palestino. Los hechos, irrefutablemente, lo demuestran.

(Publicado el 8 de julio de 2014 en www.marcha.org.ar)

lunes, 7 de julio de 2014

Carlos Aznárez: “Huir de la imparcialidad que plantea el sistema”


Periodista que cruzó (y todavía cruza) las fronteras que sean necesarias para obtener información, Carlos Aznárez conjuga el oficio de la prensa y una militancia política de larga trayectoria. Militante de la organización político-militar Montoneros en la década del ´70, tuvo el privilegio de compartir el mismo puesto de combate con Rodolfo Walsh y un grupo de militantes que le dieron forma a la célebre Ancla, la agencia de noticias clandestina que durante el primer año de la dictadura militar (1976-1983) denunció el terrorismo de Estado en Argentina.

Periodista de patear calles y zonas en conflicto, Aznárez transitó la redacción de los diarios argentinos Noticias, La Razón, Página/12 y Sur, y de las revistas Crisis y Fin de Siglo. También es autor de los libros Tupamaros, Lorenzo Miguel. El padrino de la mafia sindical, 500 años después: ¿descubrimiento o genocidio?, Los sueños de Bolívar en la Venezuela de hoy y Rebeldes sin tierra: historia del MST de Brasil. Además, hace más de veinte años dirige Resumen Latinoamericano (www.resumenlatinoamericano.org), colectivo que publica un periódico en Argentina, Cuba, Uruguay, Venezuela y Europa, y semanalmente produce un programa de radio y otro de televisión.

En esta entrevista con Marcha, Aznárez habló sobre el rol del periodista especializado en temas internacionales, pero además demanda que los trabajadores de la prensa tengan un compromiso para el cambio social en el continente. A su vez, analiza el funcionamiento de los grandes medios de comunicación y sus implicancias en la realidad cotidiana.

-En el actual siglo veintiuno globalizado y conflictivo, ¿qué rol cumple un periodista que trata temas internacionales?

-Un periodista que se tome en serio los temas internacionales tiene mucho hilo para cortar en la actual coyuntura. Cada vez más los localismos, incluso los regionalismos, están siendo superados por enfoques macro, y eso permite generar cuadros de situación más estratégicos. Sólo con lo que ocurre en Latinoamérica, a partir de los cambios sucedidos en la última década, podemos establecer comparaciones, armar mapas radicalmente distintos a los antes utilizados; poner, como suele decir Eduardo Galeano, el norte en el sur y viceversa. A partir de allí, cada victoria o retroceso de los movimientos sociales y populares, enfrentando al imperialismo, ilumina, desde el punto de vista informativo, la posibilidad de bucear en el discurso de los nuevos neocolonizadores, y descubrir hasta dónde quieren llegar. Y cuánto se necesita poner en juego para que no lo logren.

Los periodistas no estamos exentos de esta ofensiva, y es por eso que cada vez más se impone huir del escenario de la maldita imparcialidad que nos plantea el sistema, y sumarnos con todo a la lucha de los que se rebelan contra el orden establecido.

-¿Con el paso del tiempo, la cobertura internacional fue cambiando para abordar los temas?

-Han ocurrido algunos cambios pero hay escenarios que se repiten. No parece muy diferente la cobertura que se podía hacer en los ‘70, con la URSS de pie, y la guerra fría generando todo tipo de situaciones y conflictos, a lo que hoy ocurre en Siria e Irak, Ucrania o en la propia Venezuela. En el siglo pasado, el cuadro más realista pasaba por saber que quién apretaba primero el botón de la guerra nuclear tendría sólo segundos más que su contendiente para disfrutar de la vida. Esa dramática advertencia moldeaba cualquier enfoque de la política internacional. O en el período latinoamericano y tercermundista en el que Fidel y el Che, Camilo Torres y Marulanda convocaban a generar “uno, diez y cien Vietnam”, y las guerrillas se levantaban en armas en Latinoamérica, en África y Asia. Escribir sobre ello y empaparse de todo lo que esas gestas trasmitían, provocaron que muchos de nosotros fusionáramos la “profesión” con la militancia, y ésta finalmente se quedara con el todo.

Han pasado los años y, sin embargo, algo sigue siendo noticia: el imperio estadounidense ha subsistido y continúa amenazando la paz mundial. Antes invadía Bahía de Cochinos, Santo Domingo, Panamá o Granada, y ahora se abalanza sobre Sudán, Somalía, Irak, Afganistán, Libia o Siria. A su calor es que surgieron los llamados periodistas “enganchados”, que en los grandes conflictos internacionales se convierten en voceros de los ejércitos invasores de turno o en alcahuetes de los portavoces del imperio. Ahora abundan tanto que llegan a molestar, por el tufillo que generan. Pero también hay otros colegas que ponen el cuerpo para contar la realidad de esos conflictos. Son aquellos que no reciben premios ni salen en las portadas de los diarios y sin duda están haciendo historia anónimamente, reivindicando la esencia no contaminada de la profesión.

-¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en la cobertura de las noticias internacionales?

-Para un periodista que se precie, la cantidad de información que hoy circula, gracias a internet y las famosas redes sociales, multiplica por cien las posibilidades de armar un archivo de datos con total inmediatez. Lo importante es saber cómo y dónde se para frente a ese cúmulo de noticias, y además saber discernir cuánta “mercadería en mal estado” circula por las redes, y cuál es el metro-patrón que usaremos para separar la paja del trigo. Es necesario saber usar la tecnología pero no encandilarse demasiado con ella, para que no termine provocando parálisis a la hora de cubrir tal o cual información. Es verdad que se ha ganado en rapidez, pero también es cierto que en otros momentos más incómodos, el cronista estaba obligado a despegarse de su sillón y salir a campear la información allí donde se produzca. Esa posibilidad de contrastar no la cambio por nada.

-¿Pensás que los grandes medios en Argentina no le dan la importancia necesaria a los temas internacionales?

-Piensan que no hace falta, que todo es más fácil cubrirlo por internet, pero se pierde la posibilidad de presenciar in situ los conflictos, sacar conclusiones más valederas, desplegar el ingenio para llegar donde a otros no les interesa llegar. También es cierto que hay bastante de tacañería en ciertos “grandes medios” y eluden el hecho de mandar a alguno de sus escribas al país que está ardiendo por los cuatro costados. Esa tarea ahora, y antes también, parece estar reservada para esa tribu empeñosa que son los freelancers, que sabiendo que van a tener poca competencia se tiran a la pileta en los escenarios más duros.

-Estuviste en muchas partes del mundo realizando coberturas. ¿Cuál es la importancia de que el periodista se encuentre en el lugar del hecho?

-Anduve por muchos países en el momento justo como para aprender y sacar conclusiones que tenían una validez incomparable. Viajé a Irak y Palestina varias veces, al Sahara Occidental, Marruecos, Túnez, Siria, la ex URSS, Europa casi toda, y varios puntos clave de Latinoamérica. En todos esos países, lo más importante fue el contacto directo con sus gentes, con sus sueños y fracasos a la hora de pelear por sus reivindicaciones. Eso no lo cambio por nada, y mucho menos por “mirar la guerra desde lejos para salvar el pellejo”. Hay algunos corresponsales que a pesar de que van a los escenarios de conflicto, es como si no existieran, ya que se encierran en los hoteles de lujo y desde allí transmiten los que otros colegas les cuentan. Obviamente, eso no tiene nada que ver con la palabra periodismo.

-En los procesos progresistas y de izquierda en América Latina, ¿cómo ves el desempeño de los medios públicos?

-Una cosa es lo que deberían ser y otra muy distinta lo que son. Creo que todo consiste en saber de qué tipo de gobierno o de proceso político se está hablando. Si está en marcha un auténtico proceso revolucionario, cuya meta es el socialismo, seguramente habrá que poner todo el empeño en conformar medios públicos que acompañen esa patriada. Pero a pesar de ello, nunca está asegurado el triunfo. Hoy hay países que entran dentro de ese marco, como Venezuela, que han mejorado mucho sus medios, pero sobre todo han apuntado a dar oxígeno a los medios alternativos, algo que resulta indispensable en la idea de enfrentar al terrorismo mediático.

Otros procesos “progresistas” pero asentados en el capitalismo, y con poca o ninguna gana de salirse del mismo, muestran medios públicos que aún tienen muchas lagunas, que incluyen –por ejemplo a nivel televisivo- programas de pésima calidad, que no difieren casi nada de los otros canales comerciales.

La clave fundamental pasa por si desde los gobiernos hay voluntad política de cambio o sólo les interesa mantener prolija la vidriera. Si se da lo primero, los medios públicos deberán acompañar esa movida con entusiasmo. Si no lo hicieran, hay que apurarlos y diría que casi obligarlos. No se pueden perder más oportunidades, no hay tiempo, y nos jugamos mucho en cada uno de estos procesos.

Foto: Facundo Andicoechea

(Publicado el 7 de julio de 2014 en www.marcha.org.ar)